La familia surge de la consolidación. Primero, los jóvenes se conocen y se enamoran. En ese período ellos se comunican, hablan de sus proyectos e inquietudes, ideas e ideales, de sus deseos profundos y también de sus miedos. Un día deciden casarse y formar una familia. La salud de la pareja, es decir, su forma de vivir, será lo que determine siempre el bienestar de la familia y de los hijos. Si la pareja se desestabiliza, eso se dejará reflejar en la familia. La salud emocional de los hijos(as) depende de las interacciones familiares, de los límites establecidos y de la relación de pareja. A partir del matrimonio, los hijos (as) aprenden formas de solucionar conflictos, aprenden valores, principios, hábitos... La pareja es el primer modelo que le enseña al niño o a la niña cómo es el mundo, cómo se enfrentan las dificultades y cómo establecer los vínculos afectivos con los otros. Algún día, nuestros hijos tendrán su propia pareja y se encontrarán con dificultades parecidas a las que enfrentamos hoy. Es necesario reflexionar y preguntarse en pareja: ¿hemos podido enseñarles o transmitirles cómo resolver sus problemas de pareja? ¿les hemos preparado para superar sus dificultades? . La respuesta está en el núcleo familiar de hoy, en el ejemplo que le damos día a día. Por eso, no podemos conformarnos con ser una pareja que apenas sobreviva. El bienestar de una pareja es una construcción diaria y de dos.
10 PUNTOS A RECORDAR:
1. Para bien o para mal las interacciones diarias con nuestra pareja -ya sea toma de decisiones, discusiones, expresiones de afecto, palabras, etc.- forman poco a poco el "modelo para la intimidad " de nuestros hijos (as).
2. Este primer modelo de intimidad, según demuestran los estudios, dejan una huella perdurable en los hijos (as).
3. Cuando los niños (as) crecen en el seno de familias donde hay relaciones matrimoniales sanas, eso se refleja en su salud física y en su capacidad de funcionar bien socialmente y en la escuela.
4. La base de matrimonio sano es el respeto mutuo. La pareja debe evitar ofenderse delante de los niños y que los desacuerdos deben resolverse a solas y sin violencia.
5. La pareja debe tener cuidado sobre cuándo y dónde comentan los conflictos ya que en ocasiones no se percatan que los hijos(as) están escuchando.
6. En un matrimonio conflictivo los niños pueden llegar a presentar problemas de conducta o de salud, como obesidad o dolores de cabeza. Sus calificaciones en la escuela tienden a bajar y sufren cambios de personalidad marcados. Es posible que tengan conductas como robar, mentir o mostrarse con reacciones que reflejen inmadurez.
7. Cuando los hijos (as) crecen van aprendiendo técnicas para tomar decisiones con sólo escuchar a sus padres.
8. Es necesario que los padres analicen sus matrimonios desde la óptica de sus hijos(as): ¿Qué les están enseñando en cuanto a cómo tratar el sexo opuesto, encarar problemas y controlar las emociones?.
9. Ser capaz de escuchar con atención a la pareja y luego expresar uno su punto de vista sin agraviar al otro es una habilidad invaluable. Si los hijos (as) ven a sus padres hacer esto, le pierden el miedo a discutir porque se dan cuenta de que no es una tragedia. En efecto, los niños(as) expuestos a conflictos no violentos en casa están mejor preparados para afrontar problemas fuera de ella. Los niños (as) que presencian este proceso adquieren herramientas que pueden usar con sus hermanos y compañeros de escuela. Aprenden a negociar, a ceder, a escuchar de manera activa y respetar al otro.
10. Después de la tormenta, los esposos no deben dudar en reconciliarse con una sonrisa y un beso. Los niños (as) necesitan saber que sus padres se quieren y son amigos
Fuente consultada:
Conferencia ¿Cómo vivir con tus hijos y que tu matrimonio no muera en el intento?, Susana Pradera y José Luis Mata, de la Asociación Encuentro Matrimonial
Revista digital: www.eaviso.com
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